viernes, 2 de noviembre de 2012

Elegía por La Parada

 La tesis para desaparecer La Parada es que “afea” la ciudad. Simple. Y claro está que la gente que vive de ella, lo mismo: compradores, vendedores, estibadores, ambulantes, etc. Ante ello, todo se justifica.
Bombardear al mejor estilo del VRAE, porque quienes “afean” Lima son considerados ciudadanos de segunda categoría (lo de segunda es un decir, mejor, animales de la ciudad como en animales del monte: http://www.nikovelita.blogspot.com/2012/04/bombardear-animales-del-monte.html). Eso explica que en menos de una semana pusieron entre rejas a más de 100 personas, lo que no sucede con los responsables, por ejemplo, de Putis y Cayara que tiene casi 30 años de historia en los pasillos de la justicia, o los casos por corrupción (García y su secuaces, entre otros) que se pierden entre la papelería del sistema judicial.
Colocar muros para aislar lo feo, lo repudiable, lo sucio: hombres cargando 100 kg. de papa sobre sus espaldas, o 500 kg. en una carreta, o las manos sucias por el contacto con la papa y el camote (estos tienen la mala suerte de crecer bajo tierra), o esos mandiles que nunca podrán ser blancos, o esas zanahorias que no son rosaditas, o los estibadores que no tienen la sonrisa blanca, o las caras con cicatrices de broncas a cuchillo sucio (no limpio) o chaveta oxidada. Así un largo etcétera.
Utilizar los medios de comunicación para desprestigiar a los que “afean” la ciudad y decir que quienes defendieron La Parada, todos todos son delincuentes, por lo tanto vale meterles bala. O que los dirigentes contrataron delincuentes de larga trayectoria para enfrentarse a la Policía (de los 3000 ¿cuántos tendrán en su haber alguna coima a choferes o cupo a narcos?).
Reubicar solo a los rescatables, a los que se pueden “regenerar”, a los menos despercudidos (no lo digo por el color de piel, sino por eso de la tierra de la papa y el camote), o sea, a los que mueven grandes cantidades de dinero, los más más. A los demás, a los misios, pof, de lejitos nomás; métanles bala, caballo, tanques, bombas, total si ya se sembró la idea de que son delincuentes o casi delincuentes; que habría que meter a la cárcel no solo a cien, que ya están, sino a  los miles que participaron en esa resistencia desigual. Desigual porque palos y piedras no se asemeja en agresividad a lanzabombas, ni a fusil, ni a pistola, ni a tranque, ni a caballo. Ojo: que el caballo, en este caso, es un arma en manos de un tombo, porque este caballo embiste, pisa, esa es su función, y no desfilar ni modelar.
Así presentada La Parada, como lo peor, lo nauseabundo, lo caótico, el lugar de la gente de malvivir, hace que se olvide y se calla que dicho mercado ha movido casi medio siglo la economía limeña. Que nunca descansaba, ni feriado, ni cumpleaños, ni domingos. Por ahí pasaba la papa, el camote, el olluco para el menú diario de las grandes mayorías, de la pequeña minoría no. Y que por supuesto ese menú alimentado por La Parada podía costar S/. 4.50, hasta menos, claro está, que no es lo que consume Villarán y su comitiva, y ni qué decir de los dueños del Perú al que aspira agradar la alcaldesa.
Medio siglo de vida. Por eso seguramente la alcaldesa ha dicho que La Parada está desactualizada, pasado de moda, en 50 años. Quizá ella olvida que el electorado había considerado lo mismo a su condición de candidata y por ello nunca encabezó las encuestas, solo fue elegida gracias a los escándalos de la competencia en plena campaña. El mal menor. A nada, dice el dicho popular. Y así como van las cosas, Lima elegirá otro mal menor, esto es, quedarse sin alcalde. Así, eso de “a nada” ya no funcionará como dicho.

domingo, 14 de octubre de 2012

Entrevista a Samuel Cavero


La violencia política de los años 80 y 90 ha dejado profundas huellas en los peruanos. ¿Cuál es tu testimonio con respecto a ella?
Para mí, como escritor y como peruano, las impresiones que tengo de aquella infausta y trágica época son muchas. Recuerdo, por ejemplo, que como novelista me jugué la vida muchas veces, buscando información en zonas convulsionadas. Así conocí Aucayacu, Pizana, Tocache, lugares donde además está muy presente el narcotráfico. El día que explotó la bomba en Tarata yo estuve en una pizzería a una cuadra de allí. Así que fui testigo de excepción de los primeros momentos de tan desgarradores momentos. También en lo personal me permitió escribir Un Rincón para los Muertos, una novela que recrea la supuesta vida de Abimael Guzmán. Ganó en aquella oportunidad el Premio Nacional de Novela de la ANEA. Estuvieron de jurados los escritores Madga Portal, José Hidalgo y Robles Alarcón. Y yo por aquellos años era apenas un muchachito, un oficial de la Aviación Peruana. Cuando los Servicios de Inteligencia leyeron la novela pensaron que, para haberla escrito, yo debía conocer a Abimael Guzmán y, por tanto, debía saber muchas cosas de Sendero Luminoso. Se montó toda una razia contra mí, contra ese noble oficio de escribir que incluye libertad e independencia. Sufrí el acoso y la persecución de los Servicios de Inteligencia. Y mi vida literaria estuvo muy vigilada. También mis amistades. Al final se impuso la verdad, yo solo era un loco apasionado por este tipo de novelística, nada más. Y, como comprenderán, siendo uno militar nunca puede ser libre y menos tener independencia. Pero yo, siendo además Director de Prensa y Difusión de la FAP, me despachaba con mis propias opiniones cuando se me entrevistaba. Diarios y revistas muy serias siempre me daban cabida, como El Comercio, Expreso, Caretas, Gente, Sí, de César Hildebrandt. Ahora ya no circula. Recuerdo mucho que sufrí interrogatorios, sindicaciones de ser prosenderista, infiltrado de Sendero en las FF.AA, etc., y hasta tuve que renunciar a mi carrera de aviador, al que había ingresado siendo el primer puesto, porque nunca claudiqué a mis libertades más elementales y a ese hermoso ejercicio de novelar, que incluye, por supuesto ficcionalizar, y por tanto, todo lo que se escriba no necesariamente tiene que ser cierto. También, por supuesto, fueron incontables las noches que sufrimos escuchando bombas, soportando los apagones, leyendo titulares de prensa y recibiendo noticias nefasta de los andes, en especial de Ayacucho, mi querida y bien amada tierra que me vio nacer.
Estuve prohibido de volver a Ayacucho en todo ese tiempo de la violencia. Tanto por los militares, como por mis propios familiares, que temían por mi vida. Recuerdo esta anécdota ahora muy divertida, pero en aquel entonces sacaba ronchas. Con el escritor ayacuchano Marcial Molina decidimos en plena violencia, creo que el año 1987, llevar uno de los Encuentro Nacional de Literatura del APLIJ a esa ciudad. Por supuesto que ningún escritor se animaba a viajar. Eso iba a ser un fracaso. Para que no lo fuese me comprometí en conseguir un avión de la FAP para llevar a los escritores. Cuando supieron que un avión los iba a llevar y devolver, gratis, cosa inédita en el país para los escritores, y sobre todo  para Ayacucho, fue una locura. Se anotaron tantos escritores que solo se permitió viajar a cincuenta. Tal era la capacidad del avión. Y la condición de los Altos Mandos de la FAP es que yo viajase llevando a los escritores, pero eso sí, no pisaba un pie en la escalinata del avión. Y no pude bajar. Con mucha pena vi como mis colegas escritores eran recibidos con bandas, banderitas y pasacalles, en pleno aeropuerto, y su gestor, que era yo, se debía marchar en avión, cumpliendo la orden de sus superiores y no asistir como escritor al encuentro de escritores en Huamanga.
¿La violencia política cómo incide en el quehacer novelístico actualmente?
Siempre la violencia, desde cualquier cantera, y quien la promueva, ha sido un tema que ha motivado en los escritores peruanos toda una corriente literaria a favor de este tema. Y no tanto por echar más leña al fuego. No. Los escritores somos esencialmente amantes de la paz, antibelicistas y en esencia demócratas. Sino más bien porque a través de nuestros escritos los lectores tomen conciencia de esta dolorosa realidad. Sucede que esta violencia política ha incidido tanto en el quehacer novelístico que está fuera de toda duda su trascendencia en nuestra literatura, estudiado por Mak Cox, Ricardo Gonzáles Vigil y otros catedráticos. También este tipo de novelística ha catapultado al éxito a numerosos escritores. Lituma en Los Andes, de Mario Vargas Llosa, es un ejemplo. Hay una lista larga de beneficiados, que incluye por haber tratado con profundidad, acierto y hasta haber ganado importantes premios a Sócrates Zuzunaga, Fernando Cueto, Santiago Roncagliolo, Oscar Colchado Lucio, y yo, por supuesto. Pero la lista de escritores es larga tanto en novela, cuento, como en poesía.
Has sido uno de los primeros en publicar una novela sobre la violencia, cuando escribir sobre el tema era peligroso. Estamos hablando del año 1987. ¿Cuál es tu balance al respecto?
Aquella fue una aventura muy personal a sabiendas de los grandes riesgos que corría. Me las jugué. Gané fama y perdí mi carrera de militar, pero me afirmé como escritor. Esto me sucedió al haber recibido con apenas 18 años un premio nacional de novela, el de la ANEA. Incluso me di el gusto de ir a recoger el premio vestido de cadete. Todos se quedaban admirados. Tanto los militares como los escritores. También cuando estudiaba Literatura y Linguística en la Pontificia Universidad Católica casi siempre iba uniformado. Ricardo Gonzáles Vigil, mi profesor, Gustavo Faverón, César Ángeles e Iván Thays, que eran algunos de mis compañeros de clase pueden recordarlo.
Ahora bien, iniciando ese tipo de novelística peruana yo no era plenamente consciente de que habría detrás de mí una hornada de notables creadores que después harían lo mismo. Y se puede apreciar revisando los archivos de los ganadores de los concursos de cuento de las Mil Palabras y los de COPE, por ejemplo.
¿Qué autores crees que han trabajado mejor la temática de la guerra interna? ¿Por qué?
Eso me gustaría dejárselo a los especialistas. Tuve el honor de haber ganado el 2011 el Premio Nacional de Novela "César Vallejo" con La Agonía del Danzak, que es una novela andina de denuncia sobre la horrenda desaparición de más de cien pobladores del pueblo de Putis. Tremendo honor que me hicieron (los entonces miembros del jurado) notables críticos, catedráticos y escritores de gran prestigio, que ahora son nuestros referentes. Estoy hablando de Miguel Gutiérrez, Ricardo González Vigil y Sócrates Zuzunaga. La mayoría de las víctimas eran inocentes niños, madres gestantes, campesinos de aquel asolado poblado, viviendo entre la guerra y el asedio de dos frentes: los militares y los de Sendero Luminoso.
La agonía del Danzak tiene como referencia la masacre de Putis, un hecho real acaecido en el año 1984. Cómo escritor ¿tienes intención de hacer novela de denuncia?
Fíjate que de eso ya estaba hablando poco antes. Es verdad. Mis novelas cuando vuelven a hablar de mis querencias, de los andes y sus problemas sociopolíticos, siempre tienen ese filón de personajes sufridos que buscan de alguna manera redimirse (como lo busca quien escribe, redimiendo a tantas víctimas de sus opresores, sino que lo diga la Comisión de la Verdad). Y entonces uno se vuelve una suerte de cronista de su época. No es que el escritor se nutra de la carroña. No es que los escritores seamos propensos a hacer de tanta sangre y matanza un ejercicio noble en la literatura. Sucede que en lo personal nos duele tanto, nos desgarra el alma, nos hace llorar con tanta misericordia y perdón que les debemos dar a uno y a otros, que al final uno se convierte en apasionado literato para buscar denunciar las injusticias cometidas. Año a año seguí los procesos de exhumación de las víctimas de Putis, a través de los informes que tuve. También, por supuesto, viajé hasta en dos ocasiones hasta esa zona. Y producto de esa locura de escribir han surgido otras novelas y cuentos todavía inéditos, pero que igualmente dan cuenta de tanto dolor, de la miseria del hombre, del silencio de los inocentes. Cuando escribo me pongo a pensar que fabular ya no cuesta mucho porque la realidad supera a la ficción largamente en el caso de las víctimas de Sendero Luminoso, de las Fuerzas Armadas, de la Policía Nacional y de las Rondas Campesinas. Cuando leí con devoción los informes de la Comisión de la Verdad busqué otros informes, y otros testimonios, y la verdad encontré tantísimo material que me dije: "Aquí, en las serranías de Ayacucho, y en el VRAE, está ahora la veta de oro de los grandes temas para los novelistas y cuentistas peruanos". Creo no estar muy lejos de esta dolorosa verdad.
Las FFAA no quedan muy bien paradas en tu novela. Lo de Wallpa Suas no creo que les guste, tampoco cuando se dice que “los militares efectivamente aquella vez de la matanza se apropiaron y vendieron los animales de las víctimas de Putis”.
Efectivamente los militares, las FFAA, nunca podrán quedar muy bien paradas en mis novelas, habiendo además tanta muerte, tantas denuncias, tantísimos hechos por investigar. En el caso de Putis pasó lo mismo. Ellos fueron los perpetradores de esta horrenda matanza que nos hace pensar en lo crueles, inhumanos y bestias que podemos ser los peruanos.
Respecto a Wallpa Súas, es un término que lo podemos encontrar en la memoria oral, en las tradiciones ayacuchanas, en todo el anecdotario de este pueblo y hasta en la Monografía de Huanta, de un tío mio escritor de gran valía. Buenos escritores ayacuchanos de renombre los he tenido varios. Allí están Moisés Cavero Cazo, Salvador Cavero, y el autor de esta importantísima Monografía, escrita en dos densos tomos, Luis Emilio Cavero Bendezú, donde ya allí se puede ver la crueldad de que eran parte de sus vidas de los iquichanos, también de ciertos huantinos, que tomaban justicia, y asesinaban sin compasión desde tiempos inmemoriales y más todavía en la Independencia y la República.
Respecto a que los militares se apropiaron de prendas, dinero y animales de sus víctimas es un hecho cierto, que se puede corroborar en los testimonios, en los informes, en las investigaciones judiciales. Allí ya no había mucho que novelar. Como digo, la verdad cargada de tanta miseria y podredumbre del hombre supera a la imaginación del creador.
A propósito de Putis, esto sucedió en 1984, en el gobierno de Belaunde. En Adiós Ayacucho, de Julio Ortega, uno de los personajes, que va a Lima a buscar justicia, le reclama a Belaunde sobre su condición. Este calla. En Bioy, una novela reciente, se dice que Alan García, Alberto Fujimori y Fernando Belaunde son cómplices por su silencio. Y hace poco Belaunde ha sido homenajeado. Se le considera casi un santo. ¿Cuál es tu opinión al respecto?
Para mí Fernando Belaunde si bien fue un brillante orador, un gran líder demócrata, un apasionado constructor de caminos, no supo enfrentar con pragmatismo y mano dura desde la Presidencia, cuando llegaron los primeros hechos de violencia política en la capital y, sobre todo, en los andes peruanos. Dista mucho de ser un santo. Mi concepto de santidad va por otro lado.
Marcelino tiene su burro Opita con quien camina largas jornadas. Se asemeja a Sancho Panza, incluso hay un diálogo entre los dos, donde este cree que Opita es su asno. También se menciona a Quijote. ¿Qué papel cumplen estos personajes cenvantinos en una novela sobre la violencia política?
Siempre el Quijote y su fiel escudero Sancho Panza serán motivo de emular sus sueños, sus aventuras, sus locuras, aún en estos tiempos. He allí la grandeza de ese libro que nunca dejará de conmovernos y hacernos incluso reír. Quise crear una novela que reviviese a Sancho, con toda la dificultad que significa hacerle hablar de acuerdo a como se hablaba en el Siglo de Oro español o en la época del descubrimiento y la conquista española de grandes territorios surcando mares.
En el caso de Marcelino y Opita, se da esta dualidad. Ambos, como personajes, uno desde el lado del homosapiens y el otro del animal, asumen esta personalidad. Marcelino es de alguna manera un terco Quijote buscando la verdad y la justicia entre la sórdida burocracia y justicia que caracteriza nuestra realidad. Opita nos recuerda al fiel escudero. Pero Opita, ese burrito noble y andariego, también debe recordarnos a la hermosa novela Platero y yo, que muchos hemos leído con tremendo gozo cuando éramos apenas escolares. ¿Pero cómo superar al español Juan Ramón Jiménez y su libro, todo un clásico en la literatura infantil, Platero y yo? La valla es muy alta. Habría que recrear una novela que, además con mucha pasión, ternura, hondo sentimiento, humanice a Opita y lo eternice desde la literatura. Y que, como Platero, Opita alcance esas dimensiones de belleza, hondura psicológica, identificación con el lector.
La visión andina, lo mitológico, está presente en tu novela. Esto lo apreciamos con Amaru, Taita Orqo, Mama Ccocha, Pachamama, el danzante de tijera. ¿Qué tanto aporta esto en una novela donde el eje temático es la matanza de Putis?
Creo que lo enriquecen y nos muestra una novela, que es aparentemente sencilla, llena de matices muy ricos. Esto es como saborear y comer un buen sancochado en la Casa del Sancochado. La otra opción era pasar de largo, con agua tibia o fría, sobre estos temas interesantísimos que forman parte de la cosmovisión andina, de sus rituales y tradiciones, pero también del folklore nacional. Y yo no sirvo para pasarme de largo. Me gusta ser detallista, un arquitecto de mis recuerdos y de los que mis ojos ven, un apasionado orfebre de la palabra.
En tu novela mencionas a Arguedas y Alegría. ¿Qué tanto les debe como escritor?
Mucho les debo. Tengo de Ciro Alegría todos sus libros, quizá como pocos escritores. En el Centenario de Ciro Alegría estuvimos mostrando los libros y Dora Varona quedó gratamente sorprendida por esta iniciativa. Y es que Ciro Alegría como Arguedas para los peruanos son referentes muy importantes, más para un escritor andino como yo. He leído mucho de estos escritores que, por ejemplo, mi libro de cuentos Danzantes en Casa del Diablo, que recrea la vida de un danzante de tijeras, y nos recuerda a la magistral historia recreada a través de un cuento por Arguedas en La agonía del Rasu Ñiti.  Bueno, pues, yo bebí en lo literario de esas fuentes. Me debo a ellos, porque gracias a esos libros me hice escritor. Gracias a esos libros de Ciro y de José María, me hice escritor profesional. Pero también gracias a los libros de estos notables escritores peruanos es que yo conviví con mi soledad, aprendía disfrutarla. Yo leía sus libros desde los siete años, si más no recuerdo, cuando vivía en Huancavelica, allá entre los años 1968 y 1974. Y todo lo que yo leía se reflejaba con nitidez asombrosa en mi penosa realidad, la del pueblo de Huancavelica, de sus comunidades quechuahablantes muy pobres, sus perros, sus labriegos, sus tinterillos de tierras, como después comprobé que también así sucedía en Ayacucho.
La agonía del Danzak es un título parecido al cuento de Aguedas: La agonía del Rasu Ñiti. ¿Hay un parangón entre los dos?
Hay más que un parecido. Me he permitido marcar distancias. Y los buenos lectores sabrán encontrar esas distancias. Pero también parangones. La Agonía de Rasu Ñiti es una historia magistral, una lección de vida, como también lo es la de Marcelino en La agonía del Danzak. Pero, digo yo, cómo suscribirse y alejarse de esos temas. Si desde mi infancia siempre estuve en fiestas costumbristas en Huancavelica y Ayacucho gozando y aprendiendo mucho de la magia del agua y de los apus, gozando de sus manantiales y del magistral baile de los danzaks. El tintinear de sus tijeras y sus acrobáticos pasos y piruetas, siempre, déjeme decirle, me devuelve (entre lágrimas de gozo, ternura y añoranza) a mi infancia, a veces con episodios muy dolorosos y otros con divertidas anécdotas. Soy, en buena cuenta, como Arguedas, un ferviente admirador y seguidor de danzantes de tijeras. Hasta en mi literatura se nota esto. ¡Enhorabuena!

miércoles, 19 de septiembre de 2012

De cómo una huelga, justa y necesario, es considerada ilegal



A catorce días de iniciada la huelga nacional de docentes convocada por el Setup-Patria Roja, a más de un mes por el Sutep-Junín Huancavelica, a tres meses de Sutep-Conare, no hay evidencia de que el gobierno quiera solucionar el pliego de reclamos de los maestros.
Esta huelga (de los tres suteps) es justa y necesaria. Justa porque el sueldo de los maestros del Perú es de menos de 1050 soles (líquido), en el caso de la Ley del profesorado. Y a estos maestros el Estado le tiene una deuda millonaria del 30% por concepto de preparación de clases. O sea, les deben (uno de los representantes del MED ha dicho que es impagable) y dicen que, según el proyecto de ley que se discute, ahora les van a pagar sueldos de hasta 5000 soles. ¿De dónde sacarán dinero para pagar estos nuevos sueldos si no pueden pagar la deuda?
Justa porque es un sueldo que está por debajo del sueldo de un albañil, de un cobrador de combi, de un chofer, etc. Por ello, los maestros plantean el aumento inmediato de los sueldos. Y es un sueldo que si se cumpliera lo establecido en la Ley del profesorado estaría por encima de los 2000 soles. Digo si se cumpliera, porque los diversos gobiernos que han pasado por palacio no tuvieron la intención de hacerlo.
Aquí hay otro punto a resaltar: los sueldos planteados en la nueva ley al parecer tampoco tiene ese fin, porque así como vienen presentándolo ante la opinión pública, no tienen pierde (http://nikovelita.blogspot.com/2012/09/de-como-se-dice-que-los-maestros.html): señores vamos a pagar hasta 5000 soles a los docentes, pero no a todos, porque no hay plata, y peor para la deuda impagable que se tiene con respecto al 30%.
Y justamente por ese supuesto interés que tiene el gobierno nacionalista y el anterior (cuasidelincuente) sobre la educación y el bienestar de los docentes, además toda la campaña que hace la prensa, se considera ilegal esta huelga. Ante lo que aparece una pregunta: ¿qué huelga es considerada legal? Conga, Essalud, Minsa este año fueron consideradas ilegales. Y en otras épocas lo mismo. No existe, por lo que se ve, huelgas legales. Es que si fuera considerada legal entonces dejaría de ser huelga: se da por entendido que si es legal entonces el aumento, u otros pedidos en el pliego de reclamo, se tiene que conceder porque es legal. El trabajador va a una huelga porque el empleador, que es el que casi siempre tiene todo a su favor: sistema legal, policía, dinero, etc., no tiene la intención de conceder los pedidos en el pliego de reclamo.
A esto hay que agregar las acusaciones que se hace contra maestros de pertenecer a SL, esto al mejor estilo de la dictadura fujimonte-cinista, época en la que si hacías una huelga te convertías en postulante a cadena perpetua o a ser desaparecido. Así el gobierno convierte la huelga en ilegal, dado que, según la ministra Salas y sus viceministros, esta huelga responde a intereses de los senderistas. No, señores, esta huelga responde, en principio, al sueldo miserable que les pagan a los maestros y la deuda millonaria que tiene con ellos.

domingo, 16 de septiembre de 2012

De cómo se mata niños en Perú

Que se mate niños en el Perú no es una novedad. Que los responsables de tales muertes fueran miembros de las FFAA o FFPP tampoco es una novedad. Que pretendan hacer pasar por héroes a canallas y delincuentes (por eso se habla de delito de lesa humanidad o terrorismo de Estado) tampoco es una novedad.
Por ejemplo, en Putis se asesinó niños, en Barrios Altos mataron un niño (no se ha hecho, al parecer, una estadísticas de cuántos niños fueron asesinados en total en diversos casos de la década del 80 y 90). Luego, todos sabemos que los integrantes de Colina son considerados héroes de la democracia y la libertad por ciertos sectores, y que los responsables de Putis y otros casos han sido premiados con el silencio: tuvo que pasar décadas para que se toque el tema (y sin mucho interés por hacer justicia), supongo que también porque eran considerados héroes de la democracia y la libertad.
El asunto no queda ahí, porque los responsables políticos se hacen los locos: es el caso de AGP; y otros se hacen los muertos: caso FBT. Ambos en su momento sabían de tales crímenes, pero con el silencio premiaron a los asesinos. De AFF ni qué decir: como todo delincuente sinvergüenza premió de manera directa, a todas luces, a sus compinches: amnistía. Hasta ahora su otro compinche, Stein, mueve sus fichas para liberarlos: nuevamente, supongo porque los considera defensores de la democracia y la libertad.
En el caso actual, de la presidenta Nadine, digo Ollanta, pero igual, una niña es asesinada y unos niños son secuestrados por miembros de las Fuerzas del (des)Orden (en este caso específico, no se puede llamar orden, ¿no?, a menos que se quiera también premiarlos). En la muerte de la niña Soraida, aún no se ha determinado (con investigación seria) de donde vino la bala. Aunque un ministro, en menos de 24 horas de haberse denunciado el caso (del periodismo), ya ha dicho que la bala corresponde a un arma senderista, o sea, ese ministro es un “locazo pe on”: sacó la bala, lo miró y con sus ojos de Supermán (supermentiroso) miró hasta la selva y vio el arma del cual salió esa bala (cuidado con la criptonita, onazo).
Otro detalle, ahora resulta que los niños son secuestrados no por el senderismo del Vrae, sino por militares y policías. ¿Cómo se va llamar ahora a estos niños? Ya no se puede decir pioneritos de Sendero. ¿Acaso pioneritos de las Fuerzas del (des)Orden o pioneritos de la presidenta Nadine? Ella los presentó como un gran logro de su gobierno. Dícese una operación impecable.
Ahora, la pregunta es ¿qué hubiera sucedido si en lugar de la niña la bala mataba al padre? Fácil: lo hacían pasar por senderista muerto en combate. Porque resulta que a la víctima en cuestión no se le puede hacer pasar como combatiente senderista, eso, ni en Perú. Ahora hasta quizá se estén arrepintiendo los asesinos de no haber arrasado con todo el pueblo y hecho una fosa común como se solía suceder: Cayara, Accomarca, y otros tantos, que probablemente ni la CVR los haya registrado en su totalidad, que a propósito eso de desaparecer gente, incluidos niños, es una estrategia militar aprendida en la Escuela de las Américas (EEUU).
Porque hay que recordar eso de que si se sospecha que en un pueblo hay un subversivo, entonces maten a todos, para asegurase de eliminar al enemigo, es una receta que se ha aplicado en el Perú, y hasta ahora, en verdad, no se ha investigado mucho. Andan sueltos muchos de los responsables directos, de los responsables políticos ni qué decir.
Además de todo lo señalado hay otra lectura a este hecho: Se considera le quita al poblador andino su condición de humano, se le deshumaniza, por lo tanto, se le puede disparar por la espalda (caso Soraida) o de frente y “no pasa nada”. Es como dispararle a una vaca o a un perro, como es el caso de los entrenamientos militares: se matan perros. Eso explica que en Conga un policía dijera perros a los cajamarquinos, o sea, no son humanos. Y nadie va a la cárcel por dispararle a un perro.
Esto me recuerda la película Bastardos sin gloria, de Tarantino: la escena que grafica la deshumanización es cuando uno de los alemanes conversa con un francés que ocultaba en su casa a una familia judía. El alemán compara a los judíos con ratas: “si entra una rata a una casa no lo recibes con una taza de leche, lo aplastas, lo eliminas”. Eso es lo que sucede en la realidad. Aquí por décadas se ha deshumanizado al hombre.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

De cómo se dice que los maestros ganarán hasta 5000 mil soles, pero que no hay plata

La prensa y el gobierno han señalado que el proyecto de Ley de reforma magisterial es revolucionario, por ende, es beneficioso para la educación peruana, y que además es beneficioso para los docentes, económicamente hablando, porque dicen que ganarán hasta 5000 soles. Claro, presentándolo así quién va a estar en contra de tal proyecto, aplausos todo el mundo, de lo contrario eres un antipatriota.
De lo que no han dicho es si esto es posible en la realidad, porque en el Perú hay que diferenciar los sueldos reales de los ideales. Por ejemplo, un docente de la Ley del profesorado, del primer nivel, tiene un sueldo real de menos de 1050 (líquido), pero si fuera de acuerdo a ley: 30% por preparación de clases y otros beneficios, o sea, ideal, pasaría los 2000 soles. Y eso de ideal no es invento mío, porque el señor viceministro, que tiene apellido del Chavo del ocho, seguro que por eso se le chispoteó, ha dicho que la deuda que tiene el MED con miles de maestros, en cuanto al 30%, es impagable. Lo que decía: el sueldo real es inferior al sueldo ideal.
Eso por un lado (por el otro lado también, como dice el Chavo del ocho, ya que estamos con el ministro con apellido…). Porque hay otro asunto que no se dice: para llegar a ese supuesto sueldo, ideal, pero no real, el docente tendría que 1) tener una antigüedad de servicio de 30 años, como mínimo, que es lo que se necesita para llegar al octavo nivel; 2) tener 40 horas, o sea, ser director; 3) estar en zona rural; 4) enseñar en otra lengua: quechua, aymara, shipibo, etc.; 4) estar en zona de peligro, o sea, el Vrae (ahora está de moda el neologismo, Vraem). Todo esto junto: bingo. Ah, pero falta algo importante (no faltaba más, señor Chavo): ¿cómo llegar al octavo nivel? Respuesta: no hay. Solo dice loa mencionada ley que el MED establecerá los criterios para su implementación. Eso, fácil de deducir dado los últimos años: Tener, como mínimo, grado de doctor. Entonces aparece otra pregunta: un doctor, doctor, ¿estaría dispuesto a cumplir con el cuarto punto, o sea, ir al Vrae y recibir una bala, para ganarse el bingo de 5000 soles? Lo que se llama un doctor, doctor, no creo. A menos que sea un doctor egresado de una universidad que tiene nombre de poeta peruano y universal: ahí regalan el grado (ya sabes).
Eso no es todo. Porque, hablando de los benditos ocho niveles, hay un punto que es necesario analizar: ¿qué porcentaje del 100% de docentes del magisterio nacional podrán acceder a ese nivel? Respuesta, proyecto dixit:
“Artículo24.- Ascensos por nivel Magisterial
El Ministerio de Educación determina el número de ascensos por nivel de desarrollo magisterial y su distribución por regiones. Mediante Decreto Supremo refrendado por el Ministerio de Economía y Finanzas y el Ministerio de Educación, a propuesta de este último, se establecerá el número de plazas para ascenso por cada nivel de la carrera pública magisterial.”
De lo que se deduce que todo depende del Ministerio de Economía y Finanzas. Porque finalmente el MED solo propone y no según necesidad del número de docentes por cada nivel. O sea, si no hay presupuesto, que es lo que sucede para educación: nunca hay para educación (por eso, repito, es impagable la deuda del 30%) los niveles solo pueden quedar en ¡no hay presupuesto para ascensos! (fue sin querer queriendo, señor Chavo), que según el proyecto el sueldo del octavo nivel sería el 160% con respecto al primer nivel, y eso precisamente no resulta 5000 mil soles (quizá sí según la calculadora del Chavo). Podemos asumir un 2500 aproximadamente según el monto del prime nivel de la Carrera Pública magisterial. En realidad, todo depende del monto que le corresponderá al primer nivel de la nueva ley, y eso hay que ver si es al total o no, porque esos de Economía se las saben todas.

Finalmente, recuerda: el sueldo real no se acerca ni a la mitad del sueldo real, como ya saben los docentes de la Ley del profesorado.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Acerca de la huelga de maestros



La huelga de maestros está, sin lugar a dudas, justificada: con una remuneración de 1014 soles (líquido) no se puede vivir bien. Es una huelga que se viene postergando por años, porque esos benditos (malditos) mil soles y un poquito más no alcanza para parar la olla y no ahora, sino desde hace mucho tiempo. Por eso es que muchos maestros tienen la necesidad de trabajar en otros colegios o en todo caso dedicarse a otros oficios. Ya no les alcanza el tiempo ni para hacer una huelga.

A este problema hay que agregar que ahora los maestros tienen hasta tres gremios: Conare, influenciado por Movadef, Conare Junín–Huancavelica (de donde proviene Huaynalaya), Sutep-Patria Roja. El primero, en huelga desde 20 de junio. El segundo, desde 15 de agosto. El último iniciará el 5 de setiembre. Una competencia entre los tres para demostrar quién es el más poderoso. Y los tres se autodefinen como el Sutep verdadero. Ah, y un cuarto grupo, que no es un grupo en realidad: quienes están descontentos de cómo se maneja la huelga, justa y necesaria.

Y mientras sucede esto el gobierno nacionalista sigue en sus trece por imponer una ley, calco y copia del gobierno anterior. Dizque para mejorar la calidad educativa. ¿En realidad le interesa mejorar la educación? No lo creo. Qué les va a interesar la educación pública si quienes dicen estar preocupados por los resultados del PISA mandan a sus hijos a estudiar al extranjero o a un colegio de gestión privada (con pensiones superiores al sueldo de un maestro de colegio estatal), donde no se juntan con la chusma.

Así, la condición del maestro peruano se convierte en un viacrucis: sueldos de hambre, Sutep dividido y en competencia, políticos que insultan a los maestros (Kenji y Alan son los especialistas), una prensa que hostiga a los huelguistas.




miércoles, 29 de agosto de 2012

Del porqué a la derecha y sus secuaces no les gusta eso de lesa humanidad


Los crímenes de Barrios Altos no fue una simple casualidad, ni una cuestión aislada, tampoco un exceso.

No una simple casualidad. Fue producto de un trabajo planificado que respondía a intereses de la dictadura Fujimori- Montesinos, a través de su brazo armado, el grupo Colina, que a su vez era parte de la estructura de las FFAA: con rango militar, presupuesto, organigrama. Y respondían directamente a palacio de Gobierno. Lo que ese grupo hacía era parte de la forma de gobierno de los años 90. Eso es una verdad que no necesita, a estas alturas, del polígrafo.

No una cuestión aislada. Ese hecho fue uno más del accionar de la dictadura. En la lista figuran el caso Cantuta, el Santa, el periodista Yauri, el sindicalista Huilca. Su objetivo era simplemente asesinar a quienes “estorbaran” que dos delincuentes se posicionaran en Palacio. Porque a estas alturas de la historia no tiene ningún asidero eso de que las víctimas eras senderistas, como decían los delincuentes fujimoristas y sus socios de la derecha: hasta ahora algunos de ellos siguen con ese discurso.

Tampoco un exceso. Se “entiende” un exceso cuando dos bandos entran en combate. Balas por aquí, balas por allá. Alguien disparando a ciegas mientras las balas le rozan el cuerpo. En esa situación se podría hablar de exceso. El caso Cantuta no fue un exceso, fue una venganza personal del dictador, porque los estudiantes de esa universidad le habían corrido a pedradas de ahí cuando fue de visita. Y Pedro Huilca era un peligro porque la CGTP tenía planes de enfrentarse al dictador. A eso habría que agregar que a todo lo que se pintaba de rojo, incluso los caviares (que no son ningún peligro para la derecha, en realidad) estaban en la lista negra. Todo aquel que no comulgara con la dictadura: así de simple.

Ahora bien. ¿Por qué a la derecha no le gusta ese concepto de lesa humanidad? A pesar de que a todas luces lo es. Pues, si se persiste en eso de lesa humanidad con los diversos casos que se dieron en la dictadura, entonces ¿cómo queda el caso Putis, Cayara, Acomarca? ¿Acaso no son situaciones parecidas? Ahí hubo una política de las FFAA de arrasar el campo, de exterminio de comunidades andinas. Sí, exterminio. No puede ser de otra manera cuando se entra a un poblado a asesinar a más de un centenar de personas. Y esa política de exterminio fue diseñada en ese lugar llamado Pentágono, y enseñaba en la Escuela de las Américas, conocida como la escuela de asesinos. No en vano el Estado peruano enviaba a ese “centro de estudios” a muchos de sus soldados: Montesinos, De Bari Hermosa, Telmo Hurtado. Esa receta militar viene de ahí.

O sea, siguiendo la línea de culpables con ese rótulo de lesa humanidad, dado las circunstancias, le tocaría responder a ese señor, al que todo el mundo sospecha como corrupto, Alan García, porque en su gobierno también se arrasó comunidades, bajo su consentimiento, ¿no? Lo mismo con el muertito de Belaunde, quien muy fresco, se fue sin responder, por ejemplo, por Putis y Uchuraccay.

Entonces ahí es cuando encaja el señor Stein (FujiStein, le llaman ahora), el defensor de la derecha que arrasa el campo. Les quita eso de lesa humanidad, y se adelanta a los hechos: que los responsables de tales asesinatos (exterminio) no sean juzgados.  

jueves, 23 de agosto de 2012

Entrevista a Mark Cox



 Verdades y mentiras sobre Hildebrando Pérez Huarancca

Mark Cox
La violencia política ha dejado profundas huellas en los peruanos. ¿Cuál es tu testimonio con respecto a ello?
No puedo comparar mis experiencias con las de muchos peruanos, pero la violencia política ha afectado mi vida personal.  En 1990 buscaba un hostal en el centro, pero escuché disparos y decidí quedarme en Miraflores, donde conocí a mi esposa.  En 1992 nos casamos el día después del atentado en la calle Tarata y el día antes de la masacre de la Cantuta.


¿Cómo un extranjero norteamericano decide estudiar la literatura de la violencia política?
Estaba haciendo una investigación para mi tesis doctoral sobre los escritores neoindigenistas y me di cuenta que muchos escritores jóvenes escribían sobre la violencia política.  Comencé a recolectar un corpus que ahora supera los 300 cuentos y 70 novelas publicados por más de 170 escritores, y pensaba (y pienso) que es un tema muy importante en la literatura peruana contemporánea.


Has publicado varios textos sobre literatura y violencia política. ¿Cuál ha sido la reacción de los lectores en el Perú?
Varía mucho.  Se me ha criticado por enfocarme sólo en escritores provincianos.  Por otro lado, muchas personas me han dicho que mis obras son un aporte importante para la literatura peruana.  Eso me anima a seguir publicando.


La última entrega es Verdad y memoria: controversia en la imagen de Hildebrando Pérez Huarancca. ¿Desde cuándo tu interés por Hildebrando Pérez Huarancca?
Leí los cuentos de Hildebrando Pérez Huarancca, Los ilegítimos, cuando hacía la investigación para mi tesis doctoral a comienzos de los años noventa.  Me parecían excelentes e importantes.  Por eso decidí incluirlos en mi tesis.  Luego me enteré que se involucró con la subversión.  Me intrigaba el caso porque sus amigos y familiares insistían que era inocente y la Comisión de la Verdad y otras instituciones igualmente insistían que era el encargado de la masacre de Lucanamarca.

Tocas un tema candente: el caso Lucanamarca. Hasta ahora se ha dicho que Hildebrando Pérez Huarancca fue quien comandó a los senderistas en ese hecho. Sin embargo, has encontrado errores y contradicciones en los discursos que lo sustentan. ¿Cómo descubres tal situación?
Encontré mucha información acerca de Lucanamarca en la Defensoría del Pueblo.  En la página 38 del tomo VII de la Comisión de la Verdad hay dos párrafos donde sostienen que varios “testigos” y “fuentes” ubican a Hildebrando Pérez Huarancca en Lucanamarca el día de la masacre y que era el líder.  Al mirar las notas a pie de las entrevistas, uno se da cuenta que no hay testigos o fuentes, sino dos entrevistas con un solo hombre, quien sostuvo que no estaba en Lucanamarca el día de la masacre.  En la entrevista le preguntan qué fue lo que escuchó, y lo que él cuenta es información de segunda o tercera mano pero aparece en el informe final del tomo VII de la CVR como si fuera el testimonio de un testigo directo.

El mismo hombre fue testigo en un juicio contra un maestro de Lucanamarca acusado de pertenecer a Sendero Luminoso y de haber participado en la masacre.  En el juicio las cortes encontraron al maestro no culpable por falta de evidencia.

El caso de la CVR se basa en la acusación de un hombre que no estuvo en Lucanamarca el día de la masacre y cuyo testimonio contra el ya mencionado maestro no bastó para encontrarlo culpable.  Además, preocupa que el Megaproceso incluyera el caso de Lucanamarca y nadie investigó el caso de Hildebrando Pérez Huarancca

Dices también que Hildebrando Pérez Huarancca tiene una influencia fundamental en la narrativa andina. Y él ha publicado solo un libro de cuentos, Los ilegítimos. ¿Qué es lo que hace que este libro sea fundamental en la narrativa peruana?
Es un libro de transición entre el neoindigenismo y la narrativa andina.  Emplea un estilo similar a los cuentos del mexicano Juan Rulfo, los cuentos son poéticos y contienen humor.  Tomás Escajadillo dice que los cuentos son “Vargas Vicuña + protesta social”, o sea, un alto tratamiento del lenguaje combinado con la crítica social.  Los cuentos de Pérez Huarancca aparecen en nueve antologías y es objeto de estudio en el Perú, Estados Unidos y Europa.

Se dice que Hildebrando Pérez Huarancca tiene una novela inconclusa. ¿Qué nos puedes decir al respecto?
He escuchado algo de eso y hasta he hablado con personas que la han leído, pero no tengo acceso a ella.

El cuento Vísperas, de Luis Nieto Degregori, y la novela Retablo, de Julián Pérez, tienen personajes inspirados en Hildebrando Pérez Huarancca. ¿Cómo un hombre de carne y hueso se convierte en personaje de ficción?
Sólo para mencionar un ejemplo, Manuel Scorza basó unos personajes en personas de carne y hueso.  En el caso de Hildebrando Pérez Huarancca hay tantos rumores y tan poca información acerca de su vida que es fácil crear un personaje de ficción muy interesante.

Contabas que el título de tu libro pudo ser otro.
Más bien, fue un chiste con un amigo.  En la Feria del Libro vimos un libro con el título, “Historia de una mentira”, que muy bien lo hubiera utilizado como título. 

Finalmente, ¿qué otros proyectos tienes como investigador?
Voy a seguir investigando la literatura acerca de la guerra interna.  Un proyecto es la narrativa sobre militares y escrita también por ellos.  Otro es una antología de cuentos sobre el tema de la guerra interna.

Publicado en:
http://www.diariolaprimeraperu.com/online/cultura/verdades-y-mentiras-sobre-hildebrando-perez-huarancca_118149.html

lunes, 6 de agosto de 2012

Carrera Pública Magisterial versus Desarrollo Docente

  Las dos leyes en cuestión responden a la misma tesis: el docente es el culpable de la crisis de la sociedad peruana.

La primera ley fue impuesta a rajatabla por el gobierno aprista. Además de la imposición, esa ley llegó con insultos a miles de maestros. Porque ese individuo llamado Alan García decía de los profesores: mediocres, burros.

La segunda ley igual. Sin debate alguno de parte de universidades e instituciones como Foro Educativo, IPP, Sutep se impone nuevamente. Total, qué se les va a consultar si los profesores son “burros” (Alan dixit).

Las dos leyes, en realidad se parecen. La segunda solo busca afinar algunos “errores” de la primera. De cinco niveles ahora resulta ocho. Vaya esfuerzo mental para llegar a esa conclusión. Supongo que, si el esfuerzo hubiera sido más, los niveles serían diez o quince.

Decía que la tesis de estas dos leyes es que el docente es el culpable de la crisis de la sociedad peruana. Y al culpable hay que darle con palo. Por eso, él debe ser evaluado cada tres años y, si desaprueba, adiós. Es punitivo.

Porque él es culpable de todo. Es culpable de que en cualquier esquina el tombo cobre su coima todos los días. Es culpable de que los jueces cobren su sencillo a los litigantes. Es culpable de que existan seres repudiables como Fujimori, Montesinos, De Bari Hermosa. Es culpable de que exista Colina. Es culpable de que los profesores compren exámenes o las plazas para nombramiento. Es culpable de que los choferes se pasen la luz roja. Es culpable de el marido sea cornudo o la esposa sea cornuda. Es culpable de que Conga no va. Es culpable de que “Elita” mate a su propia madre. Es culpable de que en una encuesta más del 70 % diga que el gobierno de Alan fue corrupto. Etc. Etc. ¿Ves? De todo.

Y viéndolo así todos apuntan a que esas leyes están OK. ¿Quién va a decir que esa ley es mala? Sería un antipatriota, un sinvergüenza. Porque esas leyes son la salvación del Perú, del mundo. O sea, Alan sería el mesías que salve el planeta con esta iniciativa. Y la ministra Salas también, porque afinó la propuesta de los apristas.

Ah, me olvidaba. El profesor es culpable de que exista un partido político que, en la práctica, es un centro de adoctrinamientos de la corrupción, del robo, de la pillería: Apra.

miércoles, 25 de julio de 2012

Humor negro

Keiko Fujimori, en campaña electoral, visita un colegio y explica sobre terrorismo: “Niños, en los años 80 y 90 Sendero Luminoso asesinó a mucha gente, por ejemplo, en 1983 en Lucanamarca mató alrededor de 70 campesinos, por eso ese grupo es terrorista”. Del fondo del salón, Jaimito levanta la mano para participar: “Señorita, señorita, en 1984 en Putis el ejército mató a más de 100 campesinos. ¿Eso también es terrorismo?”. Keiko para salir de apuro contesta: “Eso pregúntale al presidente Belaúnde”.  Y siguió con la explicación: “Niños, los senderistas en 1984 asesinaron a más de 100 en Soras, por eso son terroristas”.  Jaimito, desde el fondo, nuevamente alza la mano para participar: “Señorita, señorita, en 1988 en Cayara el ejército mató a más de 50 campesinos. ¿Ellos también son terroristas?”. Keiko para salir de apuro contesta: “Eso pregúntale al presidente Alan García”. Y seguía con la explicación: “Niños, los senderistas asesinaron en 1992 en Tarata a 25 personas, eso es terrorismo”. Jaimito, desde el fondo, otra vez participa: “Señorita, señorita, el grupo Colina en 1992 asesinó a 10 campesinos en El Santa. ¿Eso también es terrorismo?”. Keiko estuvo a punto de decir que le pregunte al presidente Alberto Fujimori, pero se acordó que era su padre. Entonces, para salir de apuro dijo: “Niños, es hora de recreo”. Los alumnos: “Yeeee”. Cuando ya no había nadie en el salón, Keiko saca su teléfono y marcó el número 666 666 666: “Aló, ¿Martín Rivas? Aquí hay un niño llamado Jaimito…”

viernes, 20 de julio de 2012

Lucanamarca versus Putis

            La designación del “día de la lucha contra el terrorismo” trae a colación una reflexión sobre los sucesos de los años ochenta y noventa. De cómo la violencia de esos años arrojó la cifra de 70 mil muertos y desaparecidos. Cifra que por cierto no convence a la derecha, que según ellos es de unos miles menos, o sea lo de “nosotros matamos menos” no es una cuestión de un taradito y desubicado fujimorista, sino es una postura de la derecha peruana.

            Sin embargo, eso de “nosotros matamos menos” es discutible cuando se alude a hechos concretos. Específicamente, hablo del 3 de abril, fecha que hace referencia al caso Lucanamarca, donde Sendero Luminoso dio muerte a 69 campesinos, inclusive niños. Porque resulta, que si se trata de cantidad, en Putis el Ejército mató 123 campesinos, inclusive niños, con el agravante del pillaje: se llevaron el ganado y los enseres para luego venderlos.

            Definitivamente, por donde lo veas 123 es mayor a 69. Casi el doble. Es que si queremos cuantificar el hecho entonces 123 debería ser el número a tomarse en cuenta y no 69. Sin embargo, alguien dirá que no se trata de número sino de intensidad. Y supongo que intensidad hace referencia a que en el caso Lucanamarca no solo los mataron sino que a algunos los quemaron vivos. En ese caso, también habría que tomarse en cuenta el caso Accomarca (62 muertos, inclusive niños), donde también se usó el fuego en esa matanza.

            Luego entre 69 y 62, el “nosotros matamos menos” es casi un empate técnico si de número se trata. Entonces, a ver un desempate: 123 más 62 igual 185 entre 2 igual 92.5. Y este número es superior al de Lucanamarca.

            Pero alguien hablará de otras cifras. Ejemplos habrá a montón. Y quizá eso de “nosotros matamos menos” termine en “mejor empate”, que seguramente esperan los que aún andan sueltos por hechos como Cayara, Putis, Acomarca, etc. Porque, de la manera cómo se presentas las cosas en el Perú, todo puede suceder.

            Finalmente, no se trata solo de colocar hitos por poner, para figurar a costa del dolor de los demás, para justificar el sueldo de burócratas calienta curul. “¡Ah! desgraciadamente, hombres humanos, hay, hermanos, muchísimo que hermanos”.

sábado, 7 de julio de 2012

Luz de agosto


I

Luego de leer novelas como Luz de agosto, uno termina convencido de que Faulkner es un grande en el manejo de las técnicas narrativas. Que no solo basta contar una buena historia sino saber cómo contarlas. Jugar un poco, o mucho, con el lector hasta atraparlo en ese mundo ficcional faulkneriano, definitivamente, distinto a lo que se venía haciendo hasta ese momento.

Sin Faulkner Perú, probablemente, no hubiera tenido su Nobel de literatura. Es que Faulkner es un hito en la literatura del siglo XX: ha influenciado en otros escritores. Sin él quizá no habría existido Macondo de Gabo, tampoco Santa María de Onetti, solo por mencionar a los más emcumbrados.

Su narrativa ha dejado deslumbrado a toda una (varias) generación de escritores y lectores. Tirios y troyanos cayeron rendidos ante su ficción. Vargas Llosa Llosa ha dicho de él: “la obra del escritor norteamericano es deslumbrante por su ambición y coherencia, por el hechizo, color, violencia y originalidad de su mundo, así como por la variedad y vigor de sus personajes, la audacia de sus técnicas narrativas y la fuerza encantadora de su lenguaje”[1].

En las antípodas, con respecto a MVLL, ideológicamente hablando, Miguel Gutiérrez ha escrito FAULKNER en la novela latinoamericana. Todo un libro para ensalzar al genio norteamericano en el plano estrictamente literario: la técnica, los recursos, su influencia en la narrativa del Boom y los nuevos escritores. Así, para MG “la influencia de Faulkner ha sido positiva, incitante y fructífera para la creación y desarrollo de la novela moderna latinoamericana”[2]. Y finaliza su ensayo diciendo de Faulkner “el maestro”[3]. Aunque, claro está, que se esperaba de MG, además de ese análisis, un análisis político ideológico, dado su formación literaria-ideológica en su paso por Grupo Narración.

Eso sí, por más genio que fuera Faulkner en técnicas narrativas, no pudo escapar a una análisis en el plano ideológico, ya que intenta “escapar a un mítico pasado armonioso, del cual el presente le parece ser una degeneración”[4]. Esta evasión de la realidad hace que los “los negros necesiten al hombre blanco para que los guíe y piense por ellos”[5]. Eso se ve por ejemplo en Sartoris, cuando uno de los criados se gasta el dinero de la iglesia con una prostituta. El coronel Sartoris, ante tal situación, le salva de un linchamiento, responsabilizándose de la deuda. Salta a la luz la naturaleza del buen amo blanco. En cambio, el negro es un bribón casi innato. Aunque, uno de los personajes negros, Caspey, tiene una actitud rebelde ante los blancos, no encuentra eco entre los suyos. “No permito que ningún blanco me diga lo que tengo que hacer”[6]. Finalmente pasa desapercibido esta actitud rebelde y los amos se muestran benevolentes con él: es que son blancos. Ese es el mundo que describe Faulkner, “basado en una nación mítica, una nación que nunca existió. Se trata de la Confederación de los Estados del Sur”[7]. Eso entre otras cuestiones.

II

En cuanto a Luz de agosto, esa forma de narrar los acontecimientos sobre el linchamiento de Christmas en una sociedad donde el ser negro es una marca peor del que le puso Jehová a Caín: frustración, humillación, persecución por el hecho de no ser blanco, hace que el discurrir de las acciones sea atractivo. Te lleva de un lado a otro, de un tiempo a otro, hasta que el pobre hombre blanco de sangre negra es finalmente eliminado, aplastado como una cucaracha, como un ser repudiable, no por sus acciones, sino por el hecho se tener sangre negra y hacer cosas que, si hubiera sido blanco, el resultado sería diferente.

Los hechos de la novela empiezan un mes después de que Lena ha salido de Alabama en busca del hombre que la embarazó y termina cuando ella, ya con su hijo en brazos,  llega a Tennessee dos meses después de una larga travesía por diversas ciudades. O sea, un mes de viaje, que será el pretexto para que Faulkner nos presente a su personaje Joe Christmas y nos haga recorrer lo complicado que puede ser la vida de una persona con ascendencia negra en una sociedad norteamericana a inicios del siglo XX, donde el racismo extremo está latente.

Christmas no es un negro a simple vista, pasa por blanco, pero el hecho de que su padre tenga tales rasgos hace que su abuelo, primero, mate al transgresor racial, segundo, deje morir en el parto a su propia hija, tercero, mande al niño a un albergue. Ahí, él intuye que no es un niño como los demás, que es diferente, que está marcado por el destino.

Ya de joven se encamina a una situación “casi natural” de su condición de negro. Incluso cuando tenga sangre blanca, dado que su madre la es, él no se puede redimir. El hecho de tener la ascendencia negra hace que sea el malo necesariamente. “Se trataba de un crimen de negro, cometido, no por un negro, sino por el Negro”[8].

Su situación de hombre con dos tipos de sangre que corre por sus venas le hace vivir un conflicto: rechazado por los blancos, también por los negros. En su mundo interior los mismo. Lo bueno y lo malo también tiene que ver con este hecho. Su ascendencia blanca lo hace bueno por momentos, en cambio la negra, no. “Como si hubiera sido la (sangre) negra la que esgrimió la pistola y la blanca la que no le permitió disparar”[9]. Racismo absoluto.

Christmas es un hombre perseguido por la desgracia, y quien representa muy bien esa desgracia es su propio abuelo. Este pretende que la turba lo linche cuando descubre que el niño, producto de la ignominia, ya es todo un adulto. “Es ese bastardo. Tu obra no está acabada aún. Ese bastardo es una inmundicia, una abominación en la faz de la tierra”[10].
Finalmente, Christmas es muerto a tiros, pero antes de que expire es castrado para asegurarse que incluso en el más allá no toque a las mujeres blancas. Así termina sus andanzas este hombre que no eligió ser asesino, sino que le destino se lo eligió. Y Faulkner ha escrito Luz de agosto en torno a la vida de este personaje y de ese destino que ya estaba escrito.



[1] Mario Vargas Llosa (2008). Viaje a la ficción. Alfaguara. Pág. 81.
[2] Miguel Gutiérrez (1999). Faulkner en la novela latinoamericana. Editorial San Marcos. Pág 58.
[3] Ídem. Pág. 149.
[4] Sydney Finkelstein (1966). Existencialismo y alienación en la literatura americana. Editorial Grijalbo. Pág. 191.
[5] Ídem. Pág. 195
[6] William Faulkner (2003). Sartoris. Planeta. Pág. 87.
[7] Sydney Finkelstein. Pág. 192.
[8] William Faulkner (1983). Luz de agosto. Oveja Negra. Pág. 202.
[9] Ídem. Pág. 312.
[10] Ídem. Pág. 267.