viernes, 2 de noviembre de 2012

Elegía por La Parada

 La tesis para desaparecer La Parada es que “afea” la ciudad. Simple. Y claro está que la gente que vive de ella, lo mismo: compradores, vendedores, estibadores, ambulantes, etc. Ante ello, todo se justifica.
Bombardear al mejor estilo del VRAE, porque quienes “afean” Lima son considerados ciudadanos de segunda categoría (lo de segunda es un decir, mejor, animales de la ciudad como en animales del monte: http://www.nikovelita.blogspot.com/2012/04/bombardear-animales-del-monte.html). Eso explica que en menos de una semana pusieron entre rejas a más de 100 personas, lo que no sucede con los responsables, por ejemplo, de Putis y Cayara que tiene casi 30 años de historia en los pasillos de la justicia, o los casos por corrupción (García y su secuaces, entre otros) que se pierden entre la papelería del sistema judicial.
Colocar muros para aislar lo feo, lo repudiable, lo sucio: hombres cargando 100 kg. de papa sobre sus espaldas, o 500 kg. en una carreta, o las manos sucias por el contacto con la papa y el camote (estos tienen la mala suerte de crecer bajo tierra), o esos mandiles que nunca podrán ser blancos, o esas zanahorias que no son rosaditas, o los estibadores que no tienen la sonrisa blanca, o las caras con cicatrices de broncas a cuchillo sucio (no limpio) o chaveta oxidada. Así un largo etcétera.
Utilizar los medios de comunicación para desprestigiar a los que “afean” la ciudad y decir que quienes defendieron La Parada, todos todos son delincuentes, por lo tanto vale meterles bala. O que los dirigentes contrataron delincuentes de larga trayectoria para enfrentarse a la Policía (de los 3000 ¿cuántos tendrán en su haber alguna coima a choferes o cupo a narcos?).
Reubicar solo a los rescatables, a los que se pueden “regenerar”, a los menos despercudidos (no lo digo por el color de piel, sino por eso de la tierra de la papa y el camote), o sea, a los que mueven grandes cantidades de dinero, los más más. A los demás, a los misios, pof, de lejitos nomás; métanles bala, caballo, tanques, bombas, total si ya se sembró la idea de que son delincuentes o casi delincuentes; que habría que meter a la cárcel no solo a cien, que ya están, sino a  los miles que participaron en esa resistencia desigual. Desigual porque palos y piedras no se asemeja en agresividad a lanzabombas, ni a fusil, ni a pistola, ni a tranque, ni a caballo. Ojo: que el caballo, en este caso, es un arma en manos de un tombo, porque este caballo embiste, pisa, esa es su función, y no desfilar ni modelar.
Así presentada La Parada, como lo peor, lo nauseabundo, lo caótico, el lugar de la gente de malvivir, hace que se olvide y se calla que dicho mercado ha movido casi medio siglo la economía limeña. Que nunca descansaba, ni feriado, ni cumpleaños, ni domingos. Por ahí pasaba la papa, el camote, el olluco para el menú diario de las grandes mayorías, de la pequeña minoría no. Y que por supuesto ese menú alimentado por La Parada podía costar S/. 4.50, hasta menos, claro está, que no es lo que consume Villarán y su comitiva, y ni qué decir de los dueños del Perú al que aspira agradar la alcaldesa.
Medio siglo de vida. Por eso seguramente la alcaldesa ha dicho que La Parada está desactualizada, pasado de moda, en 50 años. Quizá ella olvida que el electorado había considerado lo mismo a su condición de candidata y por ello nunca encabezó las encuestas, solo fue elegida gracias a los escándalos de la competencia en plena campaña. El mal menor. A nada, dice el dicho popular. Y así como van las cosas, Lima elegirá otro mal menor, esto es, quedarse sin alcalde. Así, eso de “a nada” ya no funcionará como dicho.