Una de las temáticas que aborda la
cuentística de David Salazar, en su libro Destinos inciertos, es el
conflicto de la minería con la población de Cerro de Pasco. Veamos tres cuentos
(el texto tiene seis).
En “Reprenda al cielo abierto”, el
lector en cuatro páginas puede apreciar cómo la ciudad de Cerro de Pasco es
tragada por la mina a cielo abierto. “Eres como un gigante bebé sin llenadero.
Siempre lloras de hambre. Como un embudo gigante siempre estás creciendo” (p.
59).
En “Ciudad del futuro”, encontramos
que la empresa minera construye una ciudad para los desplazados por el avance
de la mina. Esa nueva ciudad es Villa de Pasco, en realidad un pueblo fantasma,
dado que “ningún ser vivo se atreve a vivir por estos lares” (p. 29), además “El
Brocal de Colquijirca se ha apropiado de todo el contorno de estas tierras. Más
de tres mil hectáreas a su alrededor ya han sido denunciados… Entonces todo volverá
a ser lo mismo. Más tarde no dirán que debemos abandonar Villa de Pasco porque
en su interior hay ricos minerales que hay que explotar” (p. 31).
En el cuento “Las aguadoras”, tenemos
la historia de unas mujeres que cuidan la laguna Patarcocha. Ellas trasladan
esas aguas a la ciudad para su comercialización. Sin embargo, “esas aguas
puras, cristalinas, límpidas que brotaban desde su profundidad, se convirtieron
aceleradamente en aguas inmundas y turbulentas con hedores que traspasaban la
ciudad” (p. 40). Esto porque “La empresa ahora es dueña de todo: las minas, el
agua, la tierra, hasta el aire. En Cerro de Pasco nadie es dueño de nada. Ni
siquiera del lugar donde está parado” (2017, p. 41). Este cuento tiene como
epígrafe el fragmento de una canción popular: “Agüita de Patarcocha estarás
tomando por eso poco a poquito me estás olvidando” (p. 33).
Cerro de Pasco existe. Se
encuentra a 270 kilómetros de Lima, a más de 4000 msnm. Villa de Pasco existe.
Se encuentra entre Shelby y Colquijirca, a 18 kilómetros de Cerro de Pasco. La
laguna Patarcocha existe. Está ubicada en la ciudad de Cerro de Pasco.
El lector que quiera visitar
dichos lugares debe considerar el frío y el soroche. Y para abrigar la noche (la
temperatura puede ser bajo cero), mientras relee los cuentos de David Salazar,
puede tomarse un caliche o calientito (cañazo, azúcar quemada, yerbas y limón) y
escuchar las canciones del Guardián Cerreño (Carmelo Valdez Pulido): “Ay
lagunita Patarcocha, cerreñita, con qué tristeza me recuerdo de sus aguas. Esa
laguna era testigo, cerreñita, cuando lloraba por el amor de una ingrata”.
Salazar, David (2017). Destinos
inciertos. Lima: Editorial San Marcos.