martes, 12 de junio de 2012

Cuadernos de agravios y lamentaciones




Miguel Gutiérrez, en su libro La generación del 50, ha comentado la obra de Gálvez Ronceros: “dijérase que el tiempo no transcurriera, como si estuviera sustraído a las perturbaciones sociales y al viento de la historia, y estos constituye una limitación en el realismo o en la visión de la realidad que posee nuestro autor”. Para MG esa es su debilidad. Aunque eso no implica que no reconozca su calidad literaria: “ha cimentado una tradición popular y ha abierto territorios narrativos que son ahora explorados por escritores de generaciones posteriores”.

Entre los libros analizados por MG están Monólogo desde las tinieblas y Los ermitaños. El primero, por su carácter lúdico, es usado en algunos colegios como parte del plan lector. Incluso sus cuentos aparecen en textos escolares.

Sin embargo, Cuadernos de agravios y lamentaciones, de edición posterior al polémico La generación del 50, ha pasado casi desapercibido, donde ya no se representa el mundo campesino, sino el urbano. Y a diferencia de los anteriores libros, esta vez sus cuentos retratan al hombre trabajador, que se enfrenta a un sistema social opresor. Así, por ejemplo, en “Siete y media”, un obrero se desespera porque debe subir al ómnibus antes de 7:30 a.m. para pagar su pasaje obrero (con descuento).

En “Crónica de un día de gloria”, un mendigo pide limosna al presidente de la República, pero es detenido y llevado preso “por intento de asesinato”.

En “Jaque mate en cinco movimientos”, un niño nace; pero, como la madre no tiene dinero para comprarle ropa blanca, es envuelto en papel periódico.

En “Yo vi al ministro”, los maestros se encuentran en huelga; pero, en vez de aumento de sueldos, los persiguen a palazos y bombazos.

En “La Corneta, la enfermera”, “El cumpleaños del director” y “El homenaje y la brújula” desfilan los docentes corruptos. Una crítica contundente a estos profesores que enlodan con sus actitudes repudiables al magisterio nacional.

Se puede apreciar en todo el libro que hay una intención de mostrar este mundo de agravios y lamentaciones (se justifica el título), donde los palazos y los bombazos son para los de abajo si es que pretenden hacer sentir su voz de protesta. Aunque eso no queda solo en las quejas y nada más, porque uno de los personajes, molesto ante tanto abuso, dice: “Lo que estas basuras merecen es un balazo”.

Definitivamente, los doctos en literatura y los reyes del plan lector no recomiendan libros así de “peligrosos”, a pesar de que el autor mantiene ese fino humor, lo lúdico y la calidad literaria. 

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