Durante la Guerra
Civil española, George Orwell y su partido, POUM (Partido Obrero de Unificación
Marxista), fueron considerados ilegales por oponerse a los estalinistas,
quienes tenían mucha influencia en el frente antifascista. A partir de su posición
antiestalinista y antifascista escribe sus novelas 1984 y Rebelión en la granja.
El peruano Eudocio Ravines viajó como
militante comunista a diversos países, entre ellos a la URSS, donde llegó a conocer
al mismo Stalin. Sin embargo, luego de años de militancia comunista renuncia y
escribe su libro testimonial La gran
estafa.
Veamos algunas coincidencias en sus
escritos:
La purga descrita por Ravines donde
Stalin arremete contra los antiguos comunistas, asesinándolos, apresándolos,
desapareciéndolos, también se puede observar en el texto de Orwell.
Allí en el escenario estaban, acusados de los peores y
más infames crímenes, los hombres sobresalientes de la revolución, los
ideólogos del comunismo, los antiguos embajadores de Rusia en los países
europeos; era el último grupo de los amigos cercanos e íntimos de Lenin, de los
progenitores de la revolución (Ravines, 1954: 200)
La historia empezó a mediados de los setenta, épocas
de grandes purgas en las que eliminaron de una vez para siempre a los primeros
dirigentes de la Revolución. En 1970 ya solo quedaba el Hermano Mayor. A los
otros los habían denunciado por traidor y contrarrevolucionarios (Orwell, 2013:
85)
La fecha no corresponde a la historia,
pero todo hace pensar que el Hermano Mayor sería Stalin.
Orwell crea un personaje, Winston,
que se encarga de corregir los periódicos pasados con datos que se supone deben
quedar para la historia, no la verdad, sino lo que se quiere que se diga de ella.
En el libro de Ravines, también encontramos esa idea de corregir datos de la
historia.
Los mensajes que había recibido (Winston) se
referían a artículos o noticias que por alguna razón se consideraba necesario
arreglar, o, por utilizar el término oficial, rectificar (Orwell, 2013: 47).
Napoleón ordenó que llenaran con arena hasta
el tope, los depósitos casi vacíos de los cobertizos y que luego fueran
cubiertos con lo que aún quedaban de cereales y forrajes... informando al mundo
exterior que no había escasez de alimentos (Orwell, 2012: 81)
Stalin es hombre de baja estatura, en
comparación con las estatuas, pinturas y su gigantesca iconografía. Es un
hombre barrigudo hasta ser panzón, defecto que parece molestarle, pues estaba
evidente el empeño de ocultar su abdomen tras los pliegues de la amplia
“rubashka”. En los retratos y pinturas la barriga de Stalin está
incuestionablemente sofisticada, ya que era la primera vez que yo veía un
Stalin tan panzón (Ravines, 1954: 37).
Se afirmaba en la prensa y en los discursos,
que también se vendía mantequilla, pero jamás logré verla (Ravines, 1954: 176).
En cuanto a la capacidad intelectiva,
encontramos que los integrantes del partido de Stalin son mediocres y que la
inteligencia es casi un delito.
Las sesiones del comité central, daban una
sensación de suficiencia y de vaciedad al mismo tiempo; de pedantería y de
ignorancia. Personas que no conocían en absoluto la materia de que trataba,
daban opiniones solemnes y proponían como resolución aquella idea de la que se
le acaba de ocurrir en ese instante (Ravines, 1954: 139).
Cualquier día de estos –pensó Winston con una
súbita convicción- vaporizarán a Syme. Es demasiado inteligente. Ve las cosas
con demasiada claridad y habla con excesiva franqueza. Al Partido no le gusta
la gente así (Orwell, 2013: 64).
También encontramos el pacto entre Stalin y Hitler. Este luego atacaría
la URRS, forzando así a este país entrar en la II Guerra Mundial.
Durante todo el periodo de su aparente amistad
con Pilkington, Napoleón en realidad había estado secretamente de acuerdo con
Frederik. (Orwell, 2012: 94).
Hitler y Stalin se habían entendido…Los nazis
de Hitler y los comunistas de Stalin aparecían dándose la mano para arrear el
mundo al matadero (Ravines, 1954: 247)
Hitler a pesar del pacto procediendo con
criterio análogo al de Stalin, había atacado a Rusia aquella madrugada (Ravines,
1954: 269)
Dos antiestalinistas que escriben, uno, desde la ficción; otro, desde
el testimonio. Orwell para poder hacerlo tuvo que salir huyendo de España antes
de que los estalinistas lo detuvieran. El caso Ravines es parecido, se
desafilia del Komintern en Chile y le dice a uno de sus excamaradas: “Perdiste
tu gran oportunidad (de matarme) y te va a pesar toda tu vida” (1954: 258), luego, al
parecer, trabajaría para la CIA.
Orwell, George (2012). Rebelión en
la granja. Grupo Planeta.
Orwell, George (2013). 1984. Barcelona: RHM.
Ravines, Eudocio (1954). La gran
estafa. Santiago de Chile: Editorial del Pacífico.