Las crónicas policiales se llenan a diario de suicidios y asesinatos por amor. Los amores infieles matan. Pero el ser humano terco sigue en ese camino peligroso, jugándose la vida, robando amores ajenos, hasta ser descubiertos por los agraviados(as). Entonces se viene la tragedia. Bala. Cuchillo. Horca. Veneno. Muerte. Al día siguiente, en otro hotel se juegan la vida dos seres humanos. Pero mientras dura ese acto peligroso, seguramente son felices en ese pequeño espacio aislado del mundo, lejos de los dedos acusadores, aunque la muerte los espere tranquilamente relamiéndose los labios, sabiendo que tarde o temprano ha de cosechar almas pecadoras.
En Asesinas, libro de cuentos, también el amor y el sexo llevan a los personajes a empuñar una daga o un revólver y quitarle la vida a quienes se interpongan en sus caminos.
En el primer cuento, “El crimen”, una mujer asesina a tres personas. Ella es una sicópata que anda enamorada de un hombre que ni la conoce, pero cuando se entera que él se casa, va a la iglesia y mata a los novios y al cura.
En “Líneas de sangre”, dos hombres se enamoran de una mujer muy hermosa. La cabeza esta mujer termina en un cuadro, mientras uno de los enamorados cierra el cuento diciendo: “Suéltenme, no estoy loco”.
“Empecé con mi oficio de asesina a los 18 años, cuando Fernando Bueno me sacó la vuelta” es un buen inicio del cuento “Stephanie”. La asesina tiene en su haber muchos hombres muertos. Aunque el final de este cuento no es trágica sino cómica, pero ahonda en la sicología de una asesina experta. Pero hasta al mejor cazador se le va la presa.
Amores que enloquecen y matan. Ese sería un buen subtítulo de Asesinas (2010, Grupo Editorial Hijos de la Lluvia), de Javier Nuñez.
En Asesinas, libro de cuentos, también el amor y el sexo llevan a los personajes a empuñar una daga o un revólver y quitarle la vida a quienes se interpongan en sus caminos.
En el primer cuento, “El crimen”, una mujer asesina a tres personas. Ella es una sicópata que anda enamorada de un hombre que ni la conoce, pero cuando se entera que él se casa, va a la iglesia y mata a los novios y al cura.
En “Líneas de sangre”, dos hombres se enamoran de una mujer muy hermosa. La cabeza esta mujer termina en un cuadro, mientras uno de los enamorados cierra el cuento diciendo: “Suéltenme, no estoy loco”.
“Empecé con mi oficio de asesina a los 18 años, cuando Fernando Bueno me sacó la vuelta” es un buen inicio del cuento “Stephanie”. La asesina tiene en su haber muchos hombres muertos. Aunque el final de este cuento no es trágica sino cómica, pero ahonda en la sicología de una asesina experta. Pero hasta al mejor cazador se le va la presa.
Amores que enloquecen y matan. Ese sería un buen subtítulo de Asesinas (2010, Grupo Editorial Hijos de la Lluvia), de Javier Nuñez.
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