martes, 12 de enero de 2016

La memoria en (re)construcción: las representaciones de la violencia política en el proceso educativo peruano



Ese es el título de una tesis* de maestría de Lucía Edith Fernández Bravo (2015, PUCP), donde analiza los textos escolares que abordan la violencia política para demostrar que “la memoria histórica de la violencia política peruana se construye de acuerdo a los intereses, deseos, valoraciones, subjetividades y representaciones de la voz enunciante” (11).
            Así tenemos que los autores de dichos textos tienen un trato condescendiente con agentes del Estado que cometieron genocidio, a diferencia de la subversivos, a pesar de que en ambos casos son de igual repudiables (Putis y Lucanamarca, por ejemplo). “Las medidas contrasubversivas llevadas a cabo por el Estado y los agentes del orden en desmedro de la población quechuahablante-campesina son mitigadas, soslayadas y/o justificadas, hecho que no sucede cuando los actores sociales son los agentes subversivos” (44). Esto se logra a través de “los recursos o estrategias lingüística utilizadas para tal fin (…) el uso de nominalizaciones; la preferencia por participantes institucionales, colectivos y abstractos” (56).
            Otro aspecto que resalta esta tesis es el trato diferente de la violencia en Lima. “Los autores narran los hechos de forma distante y sin mostrar algún compromiso e involucramiento” (81) con las masacres de comunidades campesinas realizadas por los subversivos. En el caso de la capital se “identifica con nombre propio a las víctimas asesinadas por las fuerzas insurgentes” (82). Una visión urbana (limeña) de la violencia, donde los otros (campesinos, andinos, amazónicos) son personas de segunda categoría: así piensan los autores de los textos escolares, aprobado por el Estado peruano, por supuesto.
            Sin embargo, a pesar del esfuerzo de los autores de los textos, los escolares de una institución educativa de San Juan de Lurigancho, con quienes trabajó su investigación la tesista, conocen la otra historia (no oficial), porque sus familiares les han contado sus vivencias con respecto a la violencia política, dado que muchos de ellos huyeron de las zonas convulsionadas. “Estos actores educativos representan a los miembros del gobierno como grupos análogos a los ‘terroristas’ y construyen una categoría de sujeto perpetrador que incluye a ambos y que refiere a aquel que atentaba sin reparo contra la vida de inocentes” (105).
            De esta manera, la escuela se convierte en un centro de lucha por la memoria, donde la historia oficial a través de los textos escolares pretende imponerse. En tiempos de violencia la lucha se traducía por adoctrinar a los estudiantes. La subversión a través de los docentes formados en la ideología subversiva; el Estado a través de la asignatura premilitar. Esa lucha no solo fue ideológica. Comandos subversivos o militares una y otra vez tomaron la escuela como centro de descanso o adoctrinamiento. En otros casos, ha sido atacada a bombazos y balazos.


* http://tesis.pucp.edu.pe/repositorio/bitstream/handle/123456789/6266/FERNANDEZ_BRAVO_LUCIA_MEMORIA_(RE)CONSTRUCCION.pdf?sequence=1 

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