Alonso Cueto

Su narrativa está conformada por La batalla del pasado (1983), El tigre blanco 1985), Amores de invierno (1994), El vuelo de la ceniza (1995), Grandes miradas (2003), La hora azul (2005).
La hora azul: visión cucufata de la guerra. Adrián Ormache se entera del pasado oscuro de su padre, un oficial de la Marina, que permaneció en Ayacucho en una base contrasubversiva. Este retuvo a una prisionera joven en el cuartel con fines de placer sexual, sin embargo, luego de algún tiempo, ella logra huir de la base militar engañando a sus captores. Años después, el comandante Ormache ante su lecho de muerte, le pide a su hijo que la busque. Este al hacerlo se entera sobre las atrocidades de la guerra. “Yo me había acostumbrado a descartar los pequeños problemas del mundo con una mueca… la muerte, la pobreza, la crueldad habían pasado frente a mí como accidentes de la realidad… Ahora en cambio me parecían dádivas recién reveladas” (Cueto, 2005: 178).
            En esa línea de la actitud de Adrián se encuentra también la de su madre, quien reza todos los días por los huérfanos del mundo y por la salvación del alma de los pecadores, entre los cuales su exesposo.
Ambos, hijo y madre, pretenden mantener incólume y limpia la imagen de Adrian padre. Que la historia lo recuerde como un héroe y un militar honesto, a pesar de lo contrario. “A veces los metíamos bajo el agua de una tina para que confesaran… A veces les poníamos alambres en los cojones o en los senos… si no les hacíamos así nosotros, nos hacían ellos pues” (49). Una cuestión rutinaria de la guerra.
Se agrega a esto el caso de violación sexual, el uso de las mujeres como botín de guerra. Sea subversiva o no. Los agentes del Estado tienen todo el poder de privar de su libertad a cualquiera. Simplemente se le coloca el rótulo de “subversivo” y nadie puede decir lo contrario, con riesgo a ser considerado amigo de terroristas. Así sucede con Miriam, quien es tomada prisionera, no por ser senderista, sino por ser mujer joven y hermosa. “Tú sabías que no era senderista. Tú sabías que era una chica cualquiera que trajimos al cuartel nomás por traer a alguien, por llevarle una mujer al comandante. O sea que ya sabías que si le llevabas una chica como ella, a él le iba a gustar y te iba a saber agradecer” (52). Es que el hecho de ser mujer en una zona de conflicto es doblemente peligroso. Su humanidad se reduce a vaginidad, como instrumento sexual. “Una vez tres soldados mataron a un bebe delante de su madre y luego la violaron junto al cuerpo de su hijito” (58).
Así, a pesar de que el comandante Ormache es responsable de crímenes, su exesposa y su hijo Adrián pretenden construir una historia a su medida, al cómo se supone que debe ser la historia en una familia de alta alcurnia. “Diles (a mi familia) que morí defendiendo al Perú” (48). Y para darle mayor intensidad al melodrama, acaso faltó que Adrián vaya a misa junto a su madre para rezar por la salvación del padre. El hijo de un asesino, con su rosario en la mano, doliéndose por los pobrecitos ayacuchanos asesinados. Habría sido el perfecto discurso cucufatón de Adrián Ormache.
Miguel Gutiérrez (2007: 421) ha dicho, aludiendo a este asunto, que “es una novela de la piedad, no exactamente de la piedad cristiana, sino de la piedad que inspira a los señores la vida de sus siervos”. Además de la piedad, de la cucufatería.
            Y esa actitud cucufata es aprovechada por Chacho, uno de los amigos y cómplices del comandante Ormache, quien, a través de una tía suya que se hace pasar por familiar de Míriam, chantajea a la viuda con la historia de su supuesta sobrina. Esta acepta pagar mil dólares mensuales para que la verdad no salga a la luz y se convierta en un escándalo, algo así como cuando la CVR presentó su Informe sobre las víctimas de la violencia política, donde los agentes del Estado tenían una alta responsabilidad en desapariciones, torturas y violaciones sexuales. Mil dólares era el precio por evitar que el Informe Ormache se haga público.
            Pero la historia de Ormache la conocemos los lectores a través de Adrián, quien luego de la muerte de su madre sigue pagando para proteger la imagen del padre.

Tengo que decirle algo, señor. Su padre de usted era un hombre malvado que ha perjudicado muchas veces a mi sobrina, a la Miriam, muchas veces la ha perjudicado. Ella tiene cositas, cartitas, cositas de él. También fotos tenemos. Antes yo me entendí con su madre de usted. Ella me dio mucho tiempo de su plata para que yo no hable nada a la prensa, para que no cuente a periodistas nada de su padre y de mi sobrina… Su mamá de usted siempre me ha cumplido y usted me va a cumplir igualito (68).

Al respecto Vich (2009: 238) ha dicho “esta es una novela escrita contra la sociedad en su conjunto, pero también contra la institución militar a la cual denuncia por ocultar sistemáticamente la verdad”. Ocultar la verdad y seguir caminado por las calles de Lima como el personaje Chacho, quien ha encontrado en personajes cucufatos un buen negocio con la historia de Míriam.
Es la historia de una muchacha, quien luego de “convivir” con el comandante Ormache huye de la base engañando a sus captores de manera increíble.

Ella le metió un botellazo en la cabeza a él y después a mí también… Me sacó el uniforme porque iba a imitar mejor mi voz, así una voz alta iba a imitarla mejor para salir del cuartel. Bien sabida la chica. Voy a dar una vuelta le dijo al vigía, tenía el cigarrillo prendido. Así lo engañó (53).

Para ser una muchacha joven y sin entrenamiento militar es una proeza salir con vida de semejante situación. Esta escena tiene su correlato con la realidad.

Una joven detenida, menor de edad, había sido convencida para pasar la noche en la habitación de un alto oficial de Los Cabitos… Conforme pasaban los días… la pareja continuaba relacionándose… La madrugada del 3 de marzo, la detenida escapó… (pero) se encontraba embarazada de su violador(Uceda, 2005: 108).

Míriam también tiene un hijo.

Di a luz en Lima y con la ayuda de mi tío Vittorino, entré a estudiar, pero no tenía donde trabajar, así que fui a trabajar en casas, como empleada. Luego me puse a estudiar de nuevo y conseguí trabajo en peluquerías, después mi tío me dio este local, que se lo estoy comprando, así que hago esto y trato de ayudarlo a crecer a Miguelito (145).

Ella es una de esas mujeres luchadoras que se enfrentan a las desgracias y que sobreviven a pesar de todo. Ella lucha y vive por su hijo, aunque el dolor y el sufrimiento la destruyan por dentro. El futuro de su hijo es una buena razón para vivir, el motor de su existencia; sin embargo, si ese futuro se encuentra asegurado, entonces para ella la vida ya no tiene sentido. “Lo que me interesa o sea de verdad es Miguel. ¿A ti (Adrian hijo) te importa lo que le pase a Miguel?” (169).
Ella se asegura que su hijo Miguel quede bajo la protección de Adrián, luego se suicida. “Cuando me había llamado pidiéndome verme, ella acababa de decidir que no podía seguir viviendo. Y desde entonces solo había buscado dejarme a Miguel” (186).
Miriam en ese sentido representa de alguna manera una situación poco explorada por la novela: los casos de embarazo por violación en tiempos de la guerra interna. ¿Qué ha sido de estas mujeres? ¿Cómo ha sido su integración en la sociedad? ¿Cuál fue el efecto sicológico en ellas? La CVR resalta un caso sobre violencia sexual y embarazo (CVR, 2003, tomo 6: 377-388), pero ese es solo un caso, digamos simbólico, a lo ocurrido durante ese periodo, sin embargo

Esta práctica es imputable, dada la envergadura que adquirió en el curso de la lucha antisubversiva, en primer término, a agentes estatales -miembros del Ejército, de la Marina Guerra, de las Fuerzas Policiales. En segundo término, ella es imputable aunque en menor medida a miembros de los grupos subversivos, PCP-SL y MRTA (CVR, 2003: 233).

            Finalmente, en La hora azul, nos encontramos con una familia burguesa, encabezada por Adrián, que ayuda a una familia en desgracia, Miriam y su hijo Miguel. Ormache, hijo, se siente en la obligación de ayudar a la mujer que desgració su padre. “Antes de despedirse, le daba un sobre con algo de dinero” (152). Eso cuando ella vivía. Luego de que se suicidara, el hijo del militar se hará cargo incluso de los estudios de Miguel. “El otro día fui a una academia cerca de tu casa… Allí hay unas clases de preparación para la Universidad de Ingeniería. Te enseñan matemáticas y te preparan para el examen. Ahora cuando regresemos pasamos por allí a ver si puedes empezar” (199).
Adrián es un personaje misericordioso, casi un santo, porque se martiriza y sufre con el caso de Míriam. Representa esa vieja costumbre de las almas compasivas, que luego de misa, dan una limosna al mendigo, así tranquilizan la conciencia y redimen sus pecados. La novela justamente se centra en este personaje que no conocía el dolor y el sufrimiento de las familias pobres, pero que ahora le conmueve el dolor del prójimo. Amén.


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