jueves, 6 de octubre de 2011

Los ilegítimos1: de la ficción a la acción

I
Según el informe de la CVR, Hildebrando Pérez Huarancca habría comandado la columna senderista que mató a los comuneros de Lucanamarca en 1983. Sin embargo, dicho informe no es convincente porque el testimonio que recoge dice: “el que dirigía todo en general era Hildebrando Pérez Huarancca... es de Vilcanchos, es profesor que andó por aquí, la gente conoce, es alto, flaco, mestizo, estaba con pasamontañas”2 . Luego, si estaba con pasamontañas, entonces cómo es que lo reconocen.

Otro hecho en la vida de HPH: fue uno de los que fugaron de la cárcel Ayacucho, en un rescate de película que hiciera Sendero Luminoso de sus combatientes. A este hecho, sin embargo, Dante Castro le ha dado una explicación interesante: “HPH no era senderista, pero según los sabios investigadores de la fenecida PIP, todo rojo de verbo radical tenía que ser culpable del derribo de torres de alta tensión. Así lo llevaron al entonces militante de la UDP y tras una serie de torturas y amenazas de muerte lo condujeron al CRAS de Ayacucho. Fue como llegar al cielo, pisar celdas y pabellones, patio de tierra y ventana con rejas, pero ya no más la capucha maloliente con que lo tuvieron semanas y días. HPH, como sabes, fue liberado por el ataque senderista al CRAS de Ayacucho. Desde allí, sólo tenía un camino viable para salvar el pellejo. Tuvo que guardarse sus discrepancias ideológicas con el fundamentalismo gonzalista y tomar por ese único camino de supervivencia. No podía dar marcha atrás, nuevamente a la sala de torturas o a la ejecución extrajudicial. Se afilió a SL y se convirtió en uno de sus mejores cuadros de combate”3 .

Son situaciones en la vida de HPH que finalmente, al parecer, hacen que muera en combate. Sin embargo, meses antes de que los senderistas quemen las ánforas en Chuschi, él había publicado Los ilegítimos (libro de cuentos), dado a conocer en 1975, como ganador de un concurso.

II
HPH es un escritor que viene del Grupo Narración, que “concentró el clima revolucionario de fines de los años sesenta y comienzos de los setenta de la pasada centuria. Su propósito: una literatura, a la vez espléndida técnicamente y decisiva ideológicamente”4 . Este grupo fue conformado por escritores que asumían el socialismo como ideología y la literatura como un instrumento de combate al servicio de aquel. Literatura de compromiso social era el objetivo, denunciar los problemas sociales a través de la narrativa, así aportar en la construcción de una sociedad diferente.

Paralelamente a lo que sucedía en el aspecto literario, los partidos socialistas y comunistas prometían la destrucción del “viejo estado” a través de la violencia. Sin embargo, este discurso año tras año se mantenía solo como discurso. No había ningún indicio de concretar lo dicho. Sin embargo, militantes y simpatizantes reclamaban coherencia entre lo que se dice y los hechos. Es en esas circunstancias, en que un pequeño grupo de personas realizan un sabotaje a una de las sedes de las elecciones presidenciales (Chuschi). Este acto, casi desapercibido en ese entonces, se va convertir en un hito: del inicio de asesinatos, torturas, desapariciones, fosas comunes.

Este acto inicial no fue respaldo por el grueso de la izquierda peruana, a pesar de que, como ya dijimos, su discurso prometía traerse abajo a balazos el sistema económico social imperante. Se hizo lo contrario: incorporación al sistema electoral de esa institución al que llamaban “viejo Estado”. Gustavo Gorriti al respecto nos presenta a un Horacio Zeballos “agitando un fusil de juguete… (así) ingresaba exitosamente al sistema.”5

Así, a puertas del inicio de la violencia política, incluso la literatura de compromiso social tomó otros rumbos, porque “nuestras formas de combate social resultaban insuficientes”6 , Grupo Narración dixit. Entonces, unos asumieron que el discurso sin acción estaba por demás. Es ahí cuando aparece la figura de HPH.

III
El libro de cuentos Los ilegítimos nos presenta personajes campesinos, quienes se encuentran en condición de explotados. El autor, a través de él los planteamientos teóricos del Grupo Narración, hace una literatura de denuncia, sobre la reivindicación del campesino, de las clases populares porque “había un elemento común que nos unía por encima de cualquier contingencia: nuestra adhesión al mundo popular”7 . Fiel a ello, coloca escenas que describen un sistema social opresor:
Los disgustos hacia los principales renacen, se multiplican. (18)

Odio este lugar porque acá nos hicieron sirvientes. (25)

No te confíes, muchacho. Es igual con los mandones en cualquier parte. Siempre está buscando cómo agarrarlo desprevenido al pobre. (28)

Nunca estaba acostumbrado a lamer el plato de ningún principal. (47)

Los señores principales, dedicados antes a negocios grandes o a ocupar cargos públicos, se convirtieron en panificadores. Descubrieron una nueva mina: nuestro hambre. (56)

Las autoridades jamás serán amigos de ustedes. Son simples mandaderos del gobierno y son para ellos mismos. (66)

De esta manera, nos presenta un mundo dividido: explotadores (legítimos) y explotados (ilegítimos). Sin ninguna posibilidad de diálogo entre uno y otro. Ni siquiera en el amor, porque cuando uno de los personajes anda en amoríos con una muchacha, el padre de ella hace que envíen al transgresor al servicio militar, a modo de castigo. Los “principales” usan el aparato estatal para sus fines personales, para corregir lo que esté funcionando mal. Y si la situación se sale del control, incluso se llega al asesinato. “Los deudos de la masacre del sesentinueve aún no logran ubicar el cadáver de sus familiares” (32). Así la relación entre los ilegítimos y legítimos se mantiene inalterable en la estructura social.

Esta relación es válida desde la perspectiva de quienes tienen el control del poder económico y político. Pero no así desde el lado contrario, donde existe una actitud de cuestionamiento a tal condición. “Este hijo de nadie parece más gente que los legítimos de nuestros principales” (22). Eso en el discurso. También se presenta con acciones: protestas, huelgas, que finalmente serán acalladas “con bombas lacrimógenas y luego balaceándolas sin más por qué” (73).

La superioridad de los legítimos sobre los ilegítimos es legitimada por el Estado. Las fuerzas del orden la sustentan y la defienden, como ya se demostró líneas arriba. Y si es necesario validar esa relación ante la sociedad, el poder de los legítimos la legitima con prácticas crueles. “A tu padre lo marcaron en la nalga izquierda con un hierro al rojo vivo las autoridades” (74). De esta manera, el rol de cada uno queda delimitado: sumisión y mando.

Ese es el mundo que representa HPH. Al respecto Hibbett ha dicho que “El libro termina siendo la exposición de un problema, y no de una solución”8 . Sin embargo, en Los ilegítimos se puede leer que “cuando acá los barramos (a los principales), se levantarán los adinerados del mundo entero para defenderlo. Entonces necesitamos mucha paciencia y bastante dinero” (66); o “tiemblan viéndote en grupo” (28). Estas frases no son dichas en el vacío, sino que, ya lo vimos, van acompañadas de acciones de rebeldía, con la finalidad de mejorar la condición de vida de los ilegítimos.

Sí, Los ilegítimos es un libro de reivindicación de los ilegítimos, de denuncia contra los legítimos, y siguiendo la máxima del Grupo Narración: “libre aplicación de los aportes de la modernidad literaria de acuerdo a nuestra filiación de clase”9 . Porque no solo es compromiso social en el contenido sino también lenguaje literario, experimental. Y si las circunstancias no hubieran hecho que HPH muera, entonces quizá tendríamos obras más desarrolladas. Pero eso solo quedará en la especulación, dado que él tomó otro camino, el no literario.

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1 Hildebrando Pérez Huarancca. Los ilegítimos. Ediciones Narración. 1980.
2 Informe de CVR. Tomo 5. En: www.cverdad.org.pe. pág. 45.
3 Testimonio recogido por Gustavo Faverón Patriau en El destino de Pérez Huarancca, publicado en: www.puenteaereo.blogspot.com. 18 de junio del 2006.
4 David Abanto. “Grupo Narración: La redención a través del compromiso”. En: El Grupo Narración en la literatura peruana, de Néstor Tenorio Requejo. Arteidea Editores. 2006. Pág. 24.
5 Gustavo Gorriti. Sendero. Historia de una guerra milenaria en el Perú. Planeta. 2008. Pág. 32.
6 Miguel Gutiérrez. “Sobre el Grupo Narración”. En: El Grupo Narración en la literatura peruana, de Néstor Tenorio Requejo. Arteidea Editores. 2006. Pág. 47.
7 Miguel Gutiérrez. “Sobre el Grupo Narración”. En: El Grupo Narración en la literatura peruana, de Néstor Tenorio Requejo. Arteidea Editores. 2006. Pág.64
8 Juan Carlos Ubilluz, Víctor Vich, Alexandra Hibbet. Contra el sueño de los justos: la literatura peruana ante la violencia política. IEP. Lima. 2009. Pág. 113.
9 Miguel Gutiérrez. “Sobre el Grupo Narración”. En: El Grupo Narración en la literatura peruana, de Néstor Tenorio Requejo. Arteidea Editores. 2006. Pág. 66.

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