El Nuevo Orden Mundial no es una ficción. Se
ha desarrollado a partir de la Primera Guerra Mundial ante el avance de la
ideología comunista, primero con la creación de URSS, luego con la República
Popular China. Para evitar este avance fueron creados instituciones que
tuvieran a la humanidad bajo el mismo pensamiento. Así apareció la ONU, OIT,
UNESCO, FMI, BID, BM.
Quienes se encargaron de diseñar todo
el NOM se encuentran en lo que se conoce como el Club de Bilderberg: “donde los
más importantes presidentes, primeros ministros y banqueros del mundo se
mezclan entre sí, donde la realeza está presente para asegurarse de que todo el
mundo se lleva bien, donde la gente poderosa responsable de empezar guerras,
influir en los mercados y dictar sus órdenes a Europa entera” (Estulin, 2005:
21).
Es este Club el que ha puesto los
ojos en la educación dado que a través de ella puede lograr su mayor anhelo:
tener ciudadanos sumisos que trabajen para hacer que el Nuevo Orden Mundial
funcione a la perfección y los del Club vivan felices en sus torres de oro.
Perfección entendido no donde toda la humanidad sea feliz, sino que la élite
viva feliz mientras las grandes mayorías no muestren su disconformidad, no
protesten. Incluso vayan a las guerras como ovejas al matadero para que esta élite
gane más dinero con la venta de armas, que es uno de sus grandes negocios.
Ese interés del Club por la
educación ha hecho que ponga al frente de su política educativa principalmente al
Banco Mundial. No una institución especializada en educación, sino una
especializada en empréstitos. El capitalismo en todo su esplendor, sin miedo a
nada. Ni siquiera a ser cuestionado por el hecho de colocar al frente de su
política educativa a un banco.
El objetivo: imponer su
pensamiento en las instituciones educativas. Es que estas llegan a todos los
rincones del mundo. Y si se deja a cada Estado al libre albedrío podrían abundar
las ovejas descarriadas.
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Estulin, Daniel (2005). La verdadera historia del Club Bilderberg.
España: Planeta
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