domingo, 3 de junio de 2012

El gran Gatsby


Gran es el apócope de grande (Que supera en tamaño, importancia, dotes, intensidad, etc., a lo común y regular. Prócer, magnate, persona de muy elevada jerarquía o nobleza). En ese sentido podemos decir que Gatsby es un personaje de cualidades nobles: una gran persona.

Sin embargo, Gatsby, personaje de la novela El gran Gatsby, de Scott Fitzgerald, no es así. No es una persona digna de llamarse moralista. Casi nadie sabe de su pasado. Pero se comenta entre los pasillos sobre lo oscuro de su vida: traficante, asesino.

Al ser Gatsby un personaje millonario todo su pasado oscuro no es relevante, dado que vive en una sociedad donde el dinero es lo que más importa, sobre todo de cómo se gasta. Porque el gran Gatsby es el gran Gatsby no por sus cualidades morales, sino por ser un buen anfitrión: es el centro de las miradas porque gasta su dinero interminable en fiestas y comidas donde políticos y empresarios se codean a sabiendas de lo que representa el Gran.

Ese es el asunto por el que Gatsby es visto como un grande. Un hombre rico que sabe gastar su millonada, en una sociedad norteamericana posterior a la Primera Guerra Mundial. Época al que se le ha llamado la edad del jazz: “el dinero a ganar no servía a ningún propósito, a menos que uno lo gastara en ostentación de riqueza” (Sidney Finkelstein).

Ese gran Gatsby definitivamente no representa, de ningún modo, el sueño americano (que por supuesto solo fue sueño, nunca realidad). Pareciera que Fitzgerald se dio una vuelta por el Perú actual, porque en este país hay un montón de gatsbys. Delincuentes como Montesinos que tienen sus defensores, y que en otros tiempos también hacía de buen anfitrión. Fujimori ni qué decir: tiene su club de fans. Eso por nombrar solo a dos.

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